«Si alguien roba comida y después da la vida qué hacer, hasta donde debemos, practicar las verdades» Silvio Rodriguez
El Poder se manifiesta de diferentes formas y no siempre obedece a jerarquÍas… un jefe puede tener una cadena de subalternos o seguidores que a la vez, poseen debajo de ellos personas que «mandan», pero por otro lado, existen personas a quien esos «poderes» necesitan porque poseen capacidades necesarias para que ellas mismas funcionen y eso, también es poder.
El poder del que está arriba siempre crea resentimientos, a «ese» lo llevan los de abajo porque los supo liderear pero aparece alguien, de su entorno, que cree que, o merece estar en su puesto o merece más de lo conseguido por subir al «uno»… entonces, comienza la etapa de conspiraciones.
Claudio, el emperador Romano, tenía una esposa joven y fogosa que en su ausencia logró ganarle a la prostituta más famosa de Roma en «cantidad de hombres consecutivos fornicándole» y esto nunca preocupó a los leales al emperador… sin embargo, cuando ella visitó tres veces a un mismo hombre, cuando comenzó a enamorarse, esto se volvió un peligro en la creencia que una mujer enamorada es mortal y se aprovechó que el «uno» se emborrachara para que El mismo firmara su sentencia de muerte… Mesalina fue decapitada.
Solimán el Magnífico eternizó una de los relatos curiosos recogidos por la historia sobre miles de acciones de lealtad y traiciones, quien terminó alimentando su mente de la boca de una mujer puro veneno que produjo este matara a su mejor aliado… el «uno» debe tener la suficiente sapiencia para que las mieles del poder no le cieguen, entender quien en cada momento es leal y quien es traidor, quien se sacrifica a su lado y quien conspira, el ejercicio del poder es complicado porque el ser humano siempre… o casi siempre, aspira o cree merecer más.
Quien es leal debe ser vigilado… tener demasiado poder le puede hacer mutar en ambicioso, casa palabra, cada frase, cada mirada, cada acción, debe ser evaluada y puesta a disposición de la duda… un líder no es bueno si es «confiado», un líder no es bueno si mima, un líder no es bueno si no está dispuesto a «decapitar»… a quien pudo en su momento ser el más confiable de sus seguidores…
Siempre alrededor del poder se anidan los leales y los conspiradores, el conspirador nunca mutará a leal, pero el leal si puede convertirse en conspirador… el buen líder es el que no se deja nublar y posee las suficientes herramientas y leales que controla las conspiraciones y sus actores.
Identificar la lealtad es bien dificil.
Un leal puede perder la cabeza por un corazón enamorado e incluso, por un deseo sexual desenfrenado, el ser humano al final es lo demasiado frágil y no siempre se resiste a las tentaciones porque estas llegan en forma de joyas, mujer, hombre, deseo carnal, deseo material y hasta simplemente, ego.
A los leales a alguien muchas veces se les da algo de poder, sea sobre los activos o sobre las personas y ello, en el tiempo, puede producir el «síndrome de la secretaria»… que termina creyendo es el jefe, cometido el error de los excesos de atribuciones y con ello… la necesaria «decapitación», en su momento.
En CUBA, Fidel Castro instruyó «meter preso a Landy», joven corrompido de su anillo que traición comprándose una mansión de forma ilegal, 15 años presos fue la pena de aquella decisión y varias libras de amargura del jefe por la perdida de alguien allegado que amó como un hijo, sucediéndole la traición del canciller Robaina y terminando por las del ex-vicepresidente Laje y el ex-canciller, también Roque, por traidores y desleales aunque lo significativo fue el fusilamiento de cuatro traidores a la confianza del país y de su comandante en jefe, el famoso caso de Arnaldo Ochoa y los «otros»… Ochoa era compañero de armas… y terminó en el paredón porque la mano no le puede temblar al jefe pues de ello depende la estabilidad del resto.
Chávez terminó pidiendo cárcel del General Baduel quien fuera una de las principales figuras que le repusiera en el poder después del Golpe de Estado, mientras recordaba que el mismo Fideo Castro le advirtió… «no le pongas nombre de nadie vivo a nada, que no puedes saber cómo termina».
El buen líder debe saber cómo llega la información a los conspiradores, descubrir quiénes son los mensajeros que alimentan el terreno de la traición, por acción o por omisión y el control del espacio, el momento, el lugar, el contexto, de dar la estocada y «cortar la cabeza» a quien sea… aunque en la sombra llore la pérdida de quien acaba de derramar su sangre de su propia mano porque quien no tiene las garras de ejecutar no merece ser jefe.
Al jefe blando se le crearán más rápido las conspiraciones porque si es fuerte los leales no se atreven a excederse y los traidores saben cuál es el destino de su acción.
El Difícil Ejercicio del Poder siempre se rodea de Lealtad y de la conspiración de los desleales y traidores que terminan convirtiéndose en lo mismo, cada hombre o mujer posee sus anhelos, sus intereses, su credo, sus amores y cada uno de ellos cuando rodea al jefe se comportará, manifestará y ejecutará según sea.